jueves, 21 de abril de 2011

LA FIRMEZA EN LA EDUCACIÓN (II) La calma y la energía

LA CALMA ENSEÑA QUE:

- Hablar no es gritar. Los gritos irritan y ofenden. A veces asustan a los niños. Nunca educan. Manifiestan que la persona no tiene dominio de sí misma.

  Las órdenes no deben nacer del orgullo herido, de la comodidad o del mal humor. Frases como: "me sacas de quicio", "no puedo contigo", "es superior a mis fuerzas"...cuando llegan a los oídos del niño, son confesiones de impotencia y de falta de dominio.

  - Reprender, corregir, no es insultar. Puede ocurrir a veces que al regañar nos estemos desahogando y utilicemos insultos por ser lo más cómodo ante el razonamiento. Esta actitud hiere la dignidad del niño. Así sucede cuando por ejemplo sentenciamos después de  haberse caído o hecho daño:..."te está bien empleado..." Nunca humillar y menos públicamente, pueden crear complejo de inferioridad.


  - Mandar o dar una orden no es atropellar. No se le puede exigir al niño-a que haga las cosas con la rapidez de una persona mayor. ¡ojo, con las muletillas que usamos: "vamos, venga ya, date prisa, tienes un pavo, eres más lento que..."!

  - Procurar no exigir o pedir cosas imposibles al niño. No hablar por hablar: ¡Estate quietecito ya...!

  - En ocasiones habrá que "hacerse el sordo" en los fallos del niño no importantes, es decir, pasar la mano...
Es mejor reducir las órdenes que queremos que cumplan a un número pequeño, mínimo, pero...cuidado...que se cumplan.
 No dar varias órdenes a la vez. Tampoco controlar excesivamente...es difícil..sí pero no es imposible...por los hijos se hace lo que haga falta, nadie ha dicho que EDUCAR SEA TAREA FÁCIL, pero es fundamental educarles para su bien y su felicidad.

LA ENERGÍA.-

 Es el motor que necesitamos para no parar antes de tiempo. No es dar órdenes y más órdenes sin que se cumpla ninguna por falta de dedicación y tiempo.

 La Energía requiere:

  - Mandar sin suplicar. No hay que mendigar que cumplan una norma, un mandato nuestro con ruegos y zalamerías. El ruego por parte de los padres y educadores supone falta de autoridad frente a la persona a quien se ruega. Hay que suavizar las órdenes, pero han de ser órdenes, no ruegos.



Los niños no aceptan ni una brecha en el edificio de la autoridad. Hay que creerse que seré obedecido.

  - Mandar sin discutir. Admitir el forcejeo es siempre una debilidad. Tampoco se deben explicar siempre el porqué de las órdenes o normas. Basta que los padres demuestren que no se manda por placer, capricho u orgullo.

  - Mandar con claridad. Órdenes claras y adaptadas a la inteligencia, a la etapa en que están los hijos. "¿Has oído...? - ("Sí,...pero no he comprendido").

  - Los niños no entienden las ironías ni el doble sentido (ya no lo recordamos, porque hace mucho dejamos de ser niños...)

  - No utilizar fórmulas ambigüas..."no sé si estuviera bien que..., no sé si convendría..."

  - Mantener lo mandado. No cambiar a capricho, ni emplear distinto rigor según el estado de ánimo, ni según qué hijo. Los cambios debilitan la autoridad.
Eso sí, no confundir debilidad en el mandar, con indulgencia para con los hijos cuando sea preciso.

Y siempre... control y autodominio en el que ejerce la autoridad.

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